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¿Qué es la participación política?

CIUDADANÍA Y PARTICIPACIÓN

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¿QUÉ ES LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA?

La participación política es cualquier acción realizada por un individuo o grupo con la finalidad de incidir en una u otra medida en los asuntos públicos. Estas acciones pueden orientarse hacia la elección de cargos públicos, la acción de los actores políticos y las propias políticas públicas. La participación incluye entonces a todas aquellas actividades voluntarias ejercidas por la ciudadanía de manera individual, que se pretende que influyan directa o indirectamente sobre las elecciones políticas en diversos niveles del sistema político, como han señalado dos de los principales estudiosos de la participación política en Estados Unidos, Max Kaase y Alan Marsh en 1979.

La participación puede darse de manera individual o colectiva y es muy relevante para el funcionamiento de un sistema político. Por un lado, tiene impacto sobre los propios individuos que se involucran en la actividad política y, por el otro, afecta a la comunidad a partir de la influencia que dicha participación puede tener en las decisiones y políticas públicas del sistema político. Participar incluye tanto las conductas más convencionales y demandadas por el sistema político (como el voto) hasta aquellas acciones no convencionales que incluyen actividades que incluso podrían ser calificadas como ilegales o violentas.

EN RESUMEN

  • La participación política es cualquier acción realizada por un individuo o grupo con la finalidad de incidir en una u otra medida en los asuntos públicos. 
  • La participación puede ser individual y colectiva, espontánea o planeada, y puede darse a través de medios convencionales y/o no convencionales. 

¿DE QUÉ MANERA SE PUEDE PARTICIPAR?

La principal dificultad al estudiar la participación política es la diversidad de conductas que pueden encuadrarse en esta categoría y la distinta naturaleza de las mismas. La participación política es cualquier acción que realizan los individuos en el ámbito público y, como tal, puede expresarse a través de muchísimas manifestaciones diferentes. Podemos votar, postularnos a un cargo, afiliarnos a un partido político, iniciar o firmar una petición, enviar una carta al periódico, protestar o pintar un grafiti. Todas esas son formas de participación política.

El abanico de opciones de participación con los que contamos como ciudadanas y ciudadanos por tanto es muy amplio y nos permite ejercer influencia sobre la vida pública de manera que consideremos más conveniente y más efectiva en una situación particular. La literatura comparada ha dado varias clasificaciones de las actividades que pueden ser consideradas como participación política. Aquí te mostramos algunas:

  • Cuatro modos de participación que fueron  Sidney Verba y Norman H. Nie (1972)
    • Actividades en campañas políticas: Se refiere, en general, a las actividades desarrolladas por los partidos políticos y sus militantes;
    • Actividad comunitaria: Son las actividades de participación en las organizaciones sociales dirigidas a resolver los problemas de la comunidad;
    • Contactos con la administración: Entablar contacto o comunicación con las autoridades, con el objetivo de lograr los intereses personales o comunitarios;
    • Voto: Participar en las elecciones para definir quiénes van a ocupar los cargos de elección e influir, de esta manera, en las decisiones públicas.
  • Hay formas de participación democrática (donde están varias de las que señalan Verba y Nie)  que se diferencian de la participación agresiva (donde se ubican las acciones violentas y de desobediencia civil, esto es, conductas tradicionalmente consideradas ilegales) (Muller, 1979).
  • También está la participación electoral vs. participación no electoral, donde se distinguen las electorales (votar, participar en mítines, colaborar en el desarrollo de la campaña, financiar a un partido) del resto de actividades de participación.
  • Otra distinción es la de voz vs. salida propuesta por Albert Hirschman en 1977 y que tiene que ver con cómo actuamos frente a una situación de descontento. La salida hace referencia a la posibilidad de ejercer presión con la amenaza de irse del sistema político (dejar de votar en las elecciones, abandonar un partido; dejar de comprar una bebida azucarada como símbolo de oposición a la política exterior norteamericana, entre otros) mientras que la voz hace referencia a la posibilidad de comunicar el descontento hacia el sistema, el partido o la gobierno (ejercer presión, influencia, comunicación). Cuando la salida es más costosa (por ejemplo, cuando una persona no quiere abandonar su país a pesar del surgimiento de un sistema autoritario), se ejerce la voz (por ejemplo, participando desde la oposición para intentar derrocar el régimen) (Anduiza y Bosch, 2004).
  • Finalmente, hay diferencias entre participación convencional vs. participación no convencional. Sobre esta manera de diferenciar a la participación te queremos hablar con mayor profundidad, así que volveremos más adelante sobre ella.

EN RESUMEN

  • Las ciudadanas y los ciudadanos disponemos de muchos mecanismos diferentes que nos permiten ejercer influencia sobre la vida pública. 
  • Entre los tipos de participación podemos encontrar la convencional y no convencional, democrática y agresiva o electoral y no electoral. 

¿QUIÉN PUEDE PARTICIPAR?

Las y los ciudadanos son quienes pueden participar en la vida política de las comunidades. Este reconocimiento de la pertenencia a la comunidad es lo que necesitamos para poder involucrarnos en diversos aspectos de la vida pública. Cualquier persona que tiene la calidad de ciudadana o ciudadano puede participar en la política. Sin embargo, no todas las personas deciden hacerlo e incluso hay diferencias importantes en cuanto a la frecuencia, intensidad y mecanismos entre quienes deciden participar.

SABÍAS QUE…

En un estudio realizado por Milbraith (1977) se sostiene que existen diferentes grupos de ciudadanos y ciudadanas en función de sus niveles de participación política:

 

  1. el 30 por ciento de las ciudadanas y ciudadanos son apáticos (no se interesan por la política ni participan políticamente);
     
  2. el 60 por ciento de las ciudadanas y ciudadanos son espectadores (personas que contemplan la política “desde la barrera” pero que participan esporádicamente);
     
  3. el 10 por ciento de las ciudadanas y ciudadanos son gladiadores (personas que participan políticamente de manera activa, frecuente y regular). 
La participación no está distribuida de manera igual entre toda la población sino que los individuos participan con distinta frecuencia y con diferente nivel de involucramiento (D’Adamo, García Beaudoux y Montero, 1995). Las personas se pueden clasificar según la cantidad de cosas que hacen para participar, es decir, según su nivel de acción política en inactivos, conformistas, reformistas, activistas y los que protestan (Barnes y Kaase, 1979):
  • Los inactivos son aquellos que deciden no intervenir en ningún tipo de actividad política, es decir, no participan nunca o casi nunca.
  • Los conformistas participan pero solamente a través de los mecanismos convencionales y no se involucran en las acciones de protesta.
  • Quienes son reformistas tienden a participar de manera convencional, aunque en ocasiones recurren también a los mecanismos no convencionales.
  • Los activistas se involucran a través de los mecanismos convencionales y no convencionales e, incluso, aceptan las formas ilegales de participación.
  • Los que protestan, a su vez, rechazan la participación convencional (porque la consideran poco efectiva) y optan por la participación no convencional e ilegal.

EN RESUMEN

  • Las y los ciudadanos son los que pueden participar en un sistema político. 
  • Las personas pueden ser clasificadas según su nivel de participación en la vida pública y el tipo de participación que impulsan: inactivos, conformistas, reformistas, activistas y los que protestan. 

¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE LA PARTICIPACIÓN SOBRE NOSOTROS?

La participación política (o la falta de ella) tiene consecuencias sobre nosotros como miembros de una comunidad. ¿Cuáles son esos efectos? ¿Qué pasa cuando nos involucramos en las actividades políticas y/o comunitarias?

Cuando una persona se interesa por la política, se autoconsidera competente para participar o se siente cercana a algún partido, su probabilidad de participar en política se incrementa (Anduiza y Bosch, 2004: 56). Asimismo, puede pensarse a la inversa. Cuanto mayor sea la participación, también mayores serán los niveles de implicación política y politización de los individuos (Anduiza y Bosch, 2004: 56). Es más, mientras esa participación suponga un vínculo con otras personas puede incluso favorecer actitudes de solidaridad, empatía, tolerancia, interés y confianza hacia los demás (Anduiza y Bosch, 2004: 56) así como también otorgar información útil para la vida cotidiana, apoyo social, bienestar y satisfacción personal, entre otras.

SABÍAS QUE…

En un estudio realizado por Ann Owen, Julio Videras y Cristina Willemsen en 2008, se demostró que la democracia tiene un efecto en la felicidad de las personas. Esto ocurre porque la democracia brinda la oportunidad a las personas de participar en las decisiones políticas. Entonces, ¡participar hace más felices a las personas!

Muchas de las consecuencias de la participación tienen que ver con la cultura política de la sociedad, es decir, el modo en que las experiencias que derivan de las distintas formas de participación impactan en la visión que tenemos de nosotros mismos, de la política, de la democracia, de los otros actores políticos y, en general, de la sociedad. Al participar, nos empoderamos y nos damos cuenta de nuestra influencia sobre las decisiones públicas. También desarrollamos cierta conciencia grupal, reconocemos los intereses de los demás y generamos mayor confianza y solidaridad e, incluso, una conciencia colectiva. Evidentemente, no siempre la participación genera efectos positivos sobre nosotros. También puede producir cierta desilusión y/o desencanto al comprobar que nuestros esfuerzos de participación no han tenido los resultados que esperábamos o al identificar actitudes intolerantes entre ciudadanos y ciudadanas.

Todo ello fortalece a la ciudadanía como actor fundamental para los procesos políticos democráticos. Recordemos que, en una democracia, son las ciudadanas y los ciudadanos los que definen los objetivos de la política, deciden quiénes van a ejercer el gobierno y ejercen el control sobre los gobernantes. Este rol complejo y definitorio del sistema democrático sólo lo puede realizar una ciudadanía informada, consciente y activa.

EN RESUMEN

  • La participación nos permite ser actores políticos capaces de influir en la vida pública.
    • Nos hace bien cuando suponga un vínculo con otras personas e incluso puede favorecer actitudes de solidaridad, empatía, tolerancia, interés y confianza hacia los demás.
    • Nos brinda información útil para la vida cotidiana, apoyo social, bienestar y satisfacción personal, entre otras. 
  • La participación cambia nuestra visión de la política, de la democracia y de la sociedad. 
  • También puede producir cierta desilusión y/o desencanto al comprobar que nuestros esfuerzos de participación no han tenido los resultados que esperábamos o al identificar actitudes intolerantes entre ciudadanas y ciudadanos.

¿QUÉ EFECTOS TIENE LA PARTICIPACIÓN SOBRE LA DEMOCRACIA?

Las personas pueden participar de diferentes maneras en un sistema político democrático. Como sabes, lo bueno de vivir en democracia es que tenemos la posibilidad de opinar y actuar para que las cosas mejoren. Esa es una de las diferencias sustantivas entre la democracia y los otros sistemas no democráticos, como hemos visto en el Módulo 1 de este #FaroDemocrático. La democracia nos permite participar y, a su vez, la participación tiene también efectos importantes sobre la democracia. Es como un círculo virtuoso, que se retroalimenta constantemente. Tenemos capacidad de influir en los procesos de tomas de decisiones de manera directa y también de manera indirecta a través de los partidos políticos o los movimientos sociales. 

La participación le proporciona legitimidad a la democracia y hace que la democracia tenga sentido. Las decisiones tomadas a partir de la deliberación y con una mayor participación ciudadana fortalecen la legitimidad del sistema y de las políticas públicas. ¿Recuerdas lo que hemos dicho sobre la democracia participativa y deliberativa en el primer módulo de este #FaroDemocrático? La participación le da fuerza y vitalidad a la democracia y la mantiene centrada en la consecución del bien común. 

Mientras mayor sea la participación política, mayor llega a ser la influencia ciudadana sobre la política. Al entablar diálogos y establecer relaciones con las instituciones y autoridades públicas, se generan nuevos tipos de interacciones y se abre un contexto de mayor poder de la ciudadanía sobre las decisiones y construcción de su entorno. Los puentes que se construyen entre la ciudadanía y las autoridades permanecen y cambian las dinámicas del poder: las consultas dejan de ser algo extraordinario para volverse un mecanismo cotidiano, se fortalece la apertura, la transparencia y la rendición de cuentas. 

La participación también fomenta la confianza entre las personas, la ciudadanía y las instituciones. En ese sentido, esta permite solucionar problemas colectivos con mayor facilidad, porque favorece la cooperación y reduce los costes de los intercambios sociales. Las personas tendemos a aceptar más fácilmente las decisiones y sus consecuencias (incluso negativas) cuando nuestra opinión fue tomada en cuenta en la discusión y en el proceso de decisión público.   

Los efectos de la participación dependen, en una gran medida, del tipo de ésta participación. En términos generales, podemos decir que la participación convencional es buena y saludable para la democracia, mientras que la no convencional – en algunas ocasiones – puede generar resultados ambiguos o contradictorios. La participación convencional suele fortalecer la legitimidad, la estabilidad y la gobernabilidad democrática. Mientras más personas acuden a las urnas para elegir a los gobernantes, estos van a contar con un mayor respaldo, que fortalecerá su mandato. No es lo mismo ser electo por una mayoría de votos cuando participó un 40 por ciento de las personas que cuando votó el 70 por ciento del electorado, ¿verdad? Resulta incluso bastante intuitivo advertir la importancia y el impacto de la participación.  

HOW PROTEST IS REDEFINING DEMOCRACY AROUND THE WORLD

Zachariah Mampilly. TedTalk. Agosto 2017. 9’45’’.

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Los efectos de la participación no convencional son más contradictorios sobre la democracia. Para algunos, cualquier tipo de la participación es buena para la democracia porque permite el ejercicio del pluralismo y que las demandas de la ciudadanía puedan ser canalizadas hacia los que toman decisiones. Para otros, algunas expresiones, en especial, las protestas violentas, los boicots o las movilizaciones no son buenas porque pueden generar ingobernabilidad y polarización de la sociedad. Lo cierto es que más que ser una amenaza para la democracia representativa, la participación no convencional complementa a este tipo de sistema político. Los beneficios se encuentran en la posibilidad de incrementar el control de la ciudadanía sobre la política y los políticos. Es más, la Ciencia Política ha demostrado que una elevada movilización ciudadana (ni siquiera la que se da de manera contestataria) afecta la estabilidad del sistema político, como temían varios teóricos clásicos (Anduiza y Bosch, 2004: 60).

EN RESUMEN

  • La participación política es deseable y necesaria y tiene efectos positivos sobre la democracia. 
  • La participación política tiende a incrementar los niveles de confianza interpersonal, las habilidades cívicas, las actitudes de cooperación y de eficacia política. También tiende a incrementar los niveles de legitimidad de las decisiones públicas. 
  • Más que ser una amenaza para la democracia representativa, la participación no convencional complementa a este tipo de sistema político. Los beneficios se encuentran en la posibilidad de incrementar el control de la ciudadanía sobre la política y los políticos.
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